domingo, 24 de octubre de 2010

Cuando la Vía Láctea choque contra Andrómeda...

A 5000 millones de años de unirnos a Andrómeda.

Nuestra galaxia, la Vía Láctea, forma parte de un cúmulo al que se suele denominar el Grupo Local.
Se han identificado más de treinta grandes galaxias como miembros inequívocos de este grupo, además de numerosas galaxias enanas.
Entre los miembros del Grupo Local se encuentran las vecinas Nubes de Magallanes y la gran galaxia de Andrómeda.


Pues bien, ésta última, a una distancia de unos 2,5 millones de años luz, se encuentra actualmente dirigiéndose hacia la Vía Láctea a una velocidad de 100 kilómetros por segundo. Podemos pues prever la colisión de Andrómeda con la Vía Láctea en el plazo de unos cinco mil millones de años.
Cada galaxia espiral de tamaño medio (del tipo de la Vía Láctea) contiene cientos de miles de millones de estrellas y una población de nubes interestelares distribuidas, principalmente, a lo largo de los brazos espirales.
Cuando dos de tales galaxias espirales entran en colisión, las estrellas (muy compactas respecto del tamaño de las galaxias) alteran de manera prácticamente errática sus trayectorias, pues se ven sometidas a numerosas fuerzas gravitatorias.

Los efectos de tal colisión galáctica son particularmente dramáticos para las grandes nubes interestelares gaseosas. Debido a su gran tamaño (de hasta miles de años luz), tales nubes entran en colisión generándose grandes ondas de choque que comprimen y calientan el gas dando lugar a enormes brotes de formación de estrellas nuevas.
El resultado de la colisión de dos galaxias espirales, como la Vía Láctea y Andrómeda, es una galaxia elíptica cuya masa, en forma esencialmente estelar, es la suma de las masas de las dos galaxias iniciales.
Cuando una galaxia enana cae en el campo gravitatorio de una gran galaxia, la primera queda atrapada y es “engullida” por la segunda. Esta ley de “la galaxia grande se come a la chica” hace que las grandes galaxias vayan creciendo cada vez más, mientras que sobre las enanas se cierne, a largo plazo, una amenaza de extinción.



Nuestra Vía Láctea ya ha dado pruebas de su voracidad engullendo varias galaxias enanas que son identificadas en su seno como enormes cúmulos estelares que aún conservan cohesión y entidad propia. Además, en el plazo de unos tres mil millones de años, las galaxias satélites más próximas de nuestra Galaxia, las Nubes de Magallanes, también serán completamente absorbidas por la Vía Láctea.
Este fenómeno de canibalismo galáctico favorece la formación de grandes galaxias en las zonas centrales (más pobladas) de los grandes cúmulos galácticos.

Algo, que la especie humana no verá nunca...

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