jueves, 30 de septiembre de 2010

Voyager: 33 años en el espacio

Han cruzado la frontera más lejana que nunca ha atravesado el ingenio humano, 33 años en órbita sin interrupciones.

Las sondas gemelas Voyager partieron de la Tierra el verano de 1977 y desde entonces envían información de todo aquello que se han encontrado a su paso.

El objetivo era estudiar los planetas más externos del Sistema Solar, los gigantes gaseosos: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, sus lunas y sus anillos. El tiempo estimado para ello, cinco años. Sin embargo, más de tres décadas después siguen funcionando y enviando datos.
Están tan lejos que su señal tarda un día en llegar a nuestro planeta.
Se encuentran a unos 17.000 millones y a 14.000 millones de kilómetros de la Tierra respectivamente.


Gracias a las Voyager hemos visto los anillos de Saturno de cerca, hemos conocido la composición de la atmósfera de los planetas gigantes, hemos sabido que un satélite de Júpiter, tiene actividad volcánica. O que Titán, está helado y se parece mucho a la Tierra. Tanto, que se ha llegado a pensar que podría albergar vida. También descubrieron el gran punto negro de Neptuno y sus vientos de 450 metros por segundo.
El primer gran hito del viaje de las Voyager ocurrió en marzo de 1979, cuando la Voyager 1 pasó junto a Júpiter, entregando información y observaciones detalladas de sus lunas.
En noviembre de 1980 la nave pasó por Saturno, capturando impresionantes fotos de sus anillos y atmósfera, más información de la luna Titán. En 1990, la Voyager 1 capturó la imagen conocida como "Pale Blue Dot", una foto de la Tierra desde las afueras del Sistema Solar, en el que el planeta se ve como un pequeño punto celeste.

El astrónomo Carl Sagan fue quien solicitó que el Voyager diera media vuelta y tomara la foto, que lleva a pensar en la enormidad del espacio (y lo pequeña que es la Tierra).

Su hermana, la Voyager 2, completó en junio pasado sus 12.000 días en el espacio, después de terminar sus observaciones de Urano y Neptuno.

Las dos naves Voyager han protagonizado la misión más larga de un ingenio humano en el espacio profundo. Después de haber viajado más de 21.000 millones de kilómetros en su camino sinuoso a través de los planetas hacia el espacio interestelar, la nave está ahora a 14.000 millones de kilómetros del sol. Una señal de la Tierra, viajando a la velocidad de la luz, toma alrededor de 12,8 horas en alcanzar a la Voyager 2.

Como curiosidad, cabe destacar que cada sonda lleva a bordo un mensaje de la humanidad grabado sobre un disco de cobre bañado en oro que incluye mensajes en 55 lenguas, fotografías y mucha información más, para el remoto caso de que nuestras sondas se crucen con algún artificio ideado por cualquier civilización alienígena.


Los discos, que tienen un diámetro de 31 centímetros, contienen además una selección de hora y media de duración de música proveniente de diversas culturas, además de un saludo del entonces Secretario General de Naciones Unidas, Kurt Waldheim, y el ensayo Sonidos de la Tierra, que es una recopilación de ruidos característicos del planeta.

También contiene 115 imágenes (más una de calibración) mediante las que se explica, en lenguaje científico, la localización del Sistema Solar, las unidades de medida que se utilizan, las características de la Tierra y las características del cuerpo humano y de la sociedad en general.
El material del disco fue seleccionado por un comité de científicos dirigido por el conocido divulgador Carl Sagan.
Las baterías nucleares de larga duración deberían servir a las naves hasta 2020, cuando estén a más de 21.000 millones kilómetros de distancia de nosotros.
En ese momento, se cerrarán los ojos que han mirado desde más lejos del planeta Tierra.

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