Como "bolas de nieve sucia", los cometas describen órbitas enormes y viajan invisibles en el vacío, pero cuando se acercan al Sol, este los transforma en los objetos más hermosos y especiales del sistema solar.
Los cometas son cuerpos celestes de pequeñas dimensiones, caracterizados por órbitas fuertemente alargadas y excéntricas. Algunos cometas orbitan alrededor del Sol siguiendo trayectorias que, aunque sean muy alargadas, los llevan de nuevo cerca del Sol en tiempos relativamente breves. En cambio, otros tienen períodos tan largos que sólo se nos muestran una sola vez.
Su origen es incierto, pero se considera que existe una gran nube esférica, llamada nube de Oort, con un radio de 0,5-1 años luz y formada por 100.000 millones a un billón de cometas. Debido a las perturbaciones gravitatorias provocadas por las estrellas o los planetas exteriores, los cometas son atraídos por el Sol, se detienen en una órbita bastante baja o se pierden en el espacio. Se cree que algunos proceden del cinturón de Kuiper. Esta franja es un anillo de dimensiones semejantes a la nube de Oort con abundantes cuerpos pequeños, cometas o asteroides. Cuando viaja por el espacio, el cometa es un cuerpo como muchos astros, de las dimensiones de un asteroide pequeño (como máximo 60 km9, formado por polvo, materiales metoríticos rocosos y hielos, pero cuando se acerca a 300.000.000 km del Sol, los hielos del núcleo subliman, es decir, pasan al estado gaseoso y forman una nube de gas que forma la cabellera. La radiación solar repele los gases de la cabellera y forma la cola, en dirección opuesta al Sol. La cabeza del cometa (el núcleo y la cabellera) puede alcanzar 200.000 km de diámetro mietras que la cola puede medir centenares de millones de kilómetros.
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