Todos los ángulos, las medidas para ubicar los objetos de la esfera celeste con un telescopio, etc., son útiles. Pero quien quiera empezar a observar el cielo, antes tendrá que familiarizarse con él. Las constelaciones, delicadas ilusiones ópticas que “ordenan” la noche, permiten pasearse con comodidad entre las estrellas, en compañía de esa pizca de magia con la que han llegado a nuestros días: las osas, el dragón, Casiopea, Orión, Pegaso u otros personajes, monstruos, animales, instrumentos y objetos se convierten en figuras conocidas. Luego, las buscaremos hasta en cielos desconocidos, como si tuvieran que guiarnos y nos resultara imposible mirar el cielo oscuro sin preguntarnos dónde se encuentran. La noche quedará para siempre impregnada de sueños y figuras fantásticas volátiles de un pasado mitológico.
Los astrólogos antiguos que identificaron las principales constelaciones del hemisferio Norte intentaban reconocer estrellas que les permitieran orientarse e interpretar la influencia del cielo en la vida del hombre. Esas figuras formadas por estrellas las asociaron a personajes mitológicos, animales u objetos comunes, y su origen se explicaba a través de mitos y leyendas, a menudo relacionados con creencias religiosas.
La costumbre de adivinar figuras formadas por las estrellas ha llegado hasta nuestros días; así, las constelaciones modernas recuerdan objetos en instrumentos científicos; casi todas estas se hallan en el hemisferio Sur, prácticamente desconocido hasta principio del siglo XV.
Pero no todas las constelaciones son visibles desde un lugar determinado, e incluso las que pueden verse desde un punto concreto no siempre pueden observarse en todas las estaciones del año. Todo dependerá de las coordenadas de las estrellas que las formane. Por ejemplo, en un lugar con latitud X las estrellas con declinación superior a X-90º no aparecerán nunca. En latitudes medias siempre habrá constelaciones que nazcan y se pongan, constelaciones siempre invisibles y otras siempre visibles (circumpolares).
Además, a causa de los movimientos de rotación y translación terrestres, hasta las constelaciones también depende de la duración del día. Cuando, por ejemplo, más allá de 12 horas, siempre resulta más difícil ver las estrellas.
Fuente: Atlas ilustrado del Cielo
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